Entradas

Capítulo 12: Las cosas que no se dijeron

  «Hay ocasiones en que el silencio no es ausencia, sino el único idioma capaz de nombrar lo que nos desborda. Es entonces cuando el alma deja de buscar palabras y se inclina, en cambio, hacia gestos mínimos: una mirada quieta, un suspiro suspendido en el aire, el temblor sutil de las manos. Porque hay emociones tan vastas que sólo el silencio sabe pronunciarlas sin quebrarlas.» Parte I: Corrientes bajo la calma Los meses que siguieron a mi estabilización laboral transcurrieron con esa cadencia serena de las aguas que parecen inmóviles, pero guardan en su hondura corrientes impacientes. Aquel logro, gestado durante tres años de espera y zozobra, no se mostró con fanfarria, sino con la discreta dignidad de las cosas que han costado. Las calles, antes ajenas, comenzaron a saludarme con familiaridad discreta; los árboles del parque cercano, curtidos por la paciencia de las estaciones, me recibían cada mañana con el murmullo de sus hojas, como si reconocieran en mí a quien ha aprend...

Capítulo 11: «El borde invisible del cambio»

Parte I: Donde crujen las costuras del silencio La mañana no apareció de golpe. Se deslizó lentamente, como una manta tibia que aún no decide si cubrir el día por completo. El cielo tenía esa expresión confundida de quien se despierta sin saber en qué estación está. No llovía, pero tampoco brillaba. Todo se sentía en pausa, como si el mundo respirara hondo antes de comenzar. No había apuro. Los sonidos llegaban con cuidado, los colores seguían apagados y el tiempo parecía flotar entre los muebles, como polvo en la luz. Era uno de esos días que no exigen nada, pero lo insinúan todo. Y en esa calma, en ese gris silencioso, uno empieza a mirar distinto: como si detrás de la quietud viviera una verdad que aún no se ha dicho. Nada parecía distinto en la superficie. El mantel dormía bajo la huella rojiza del desayuno anterior, como si el tiempo se hubiese negado a borrarlo; la radio murmuraba con voz de humo, mencionando guerras y decisiones que pasaban por nosotros como viento por vidrios c...

Capítulo 10: Luces y Sombras en el Centro Financiero

«El tiempo nocturno tiene su propia geografía: mientras la ciudad duerme, otros mundos despiertan en el silencio, tejiendo sus propias redes de luces y sombras, de encuentros y soledades.» El nuevo compás familiar El año que siguió a nuestra llegada a Montréal fue como entrar en una danza nueva, una coreografía incierta que ninguno de nosotros conocía pero que todos fingíamos dominar. La ciudad, con sus árboles encendidos en llamas de otoño y su aire que olía a promesas y a nostalgia, nos envolvía en un abrazo frío y elegante a la vez. El tiempo, ese artesano caprichoso que a veces se comporta como una amante distraída, parecía haberse embriagado: a veces nos unía en ráfagas de ternura y luego nos dejaba a la deriva, cada uno girando en su propia órbita, como planetas que comparten el mismo cielo pero no siempre la misma luz. Mauricio, con apenas cuatro meses de transitar el programa de transición, dio el salto —valiente y sin mirar atrás— a la escuela regular en francés. Cada maña...