23- La sombra del huésped
Capítulo 23: La sombra del huésped La alquimia de lo invisible Una noche, mientras el silencio se deslizaba por los rincones de mi santuario con el sigilo de un río nocturno, decidí mirar de frente aquello que siempre me acompaña sin nombre. No era miedo ni curiosidad: era un deseo ancestral de comprender lo que me habita cuando nadie más me observa, cuando las máscaras descansan y solo queda la verdad desnuda del alma —desnuda y pura como la primera luz que rompe el velo de la aurora. Me senté en el sillón junto a la ventana —ese lugar sagrado donde tantas revelaciones han germinado como flores silvestres en tierra estéril—, donde la luz de la calle apenas rozaba los bordes de mis pensamientos como dedos de fantasma. Y allí estaba él: Sombra . No como un gato doméstico, sino como eco perpetuo de mi propia esencia. Su figura se delineaba entre la penumbra, ojos como brasas quietas que custodian secretos milenarios, cuerpo hecho de terciopelo y misterio, tejido con la ...